En el libro “Le Monnier, Arquitectura francesa en la Argentina” (2001. Fundación CEDODAL–ISBN:987-1033-00-1) se relata lo siguiente:
“Otros ejemplos de remates de movido juego espacial, son dos edificios también proyectados para la empresa Bencich, en Suipacha 1399 esquina Arroyo 880-900 (1927) y en Esmeralda 687-700 esquina Tucumán 802-818 (1929). El primero de ellos, levantado sobre un estrecho lote que recorre toda la fachada sobre Arroyo, presenta en su coronamiento un desfile de linternas, terrazas y ornamentos de variados estilos, acorde con la mezcla de los niveles inferiores. Es por debajo de los cornisamientos y remates donde el lenguaje del eclecticismo historicista muestra, aún en manos de talentos como el que nos ocupa, sus limitaciones al reiterarse en soluciones un tanto forzadas y ciertamente anacrónicas”.
Toda la fachada de este edificio, tanto en muros como en ornamentos, se encuentra como lo era originariamente, acabada con revestimiento símil piedra.
Éste es un material que surge como producto de la combinación de un mortero cementicio y la técnica de ejecución empleada para su aplicación. Dicha alianza tiene como objetivo final la imagen de la piedra, imitándola en colores y textura. Este revestimiento “Símil Piedra París” fue el gran protagonista en la ejecución de terminaciones exteriores e interiores para espacios públicos de gran parte de nuestra arquitectura de principios del siglo pasado.
Nos referiremos a continuación a un relevamiento preliminar, meramente visual, ya que todavía no se cuenta con acceso franco mediante andamios a fin de realizar las pruebas pertinentes de deterioros y desajustes.
El estado general del edificio es bueno. Los deterioros en fachada son los que corresponden a una construcción de esta época localizada en una ciudad donde la agresión ácida es elevada. No se observan deterioros en las armaduras de la estructura, salvo en determinadas zonas de tanques de agua y locales de sala de máquinas de ascensores.
Pero sí se hace notable la agresión sufrida en ocasión de la explosión del edificio de la Embajada de Israel. La fachada sobre Suipacha y los primeros veinte metros sobre Arroyo están ahora mostrando signos de tensiones extrañas originadas en los insertos de elementos de ornamentación, con desprendimientos parciales de los mismos.
El nivel de colapso general se presenta en los fragmentos de ornatos desprendidos, lo que indica o bien fallas en su sistema original de anclaje o lo expresado en párrafo anterior. Sabemos que el deterioro de las fachadas es creciente con el tiempo, y muchos de los sectores que aún no lo acusaron lo harán en breve plazo. De esto se desprende que la totalidad de los elementos está en un proceso potencial de afectación.
La primer tarea que se debe realizar es determinar cual es el estado de deterioro actual de las diferentes piezas de la fachada. Para ello se deberá revisar la calidad de los elementos superficiales mediante un martillo de goma y la verificación manual del nivel de adherencia. Con el martillo se deberá golpear la totalidad de las superficies externas de paramentos, dejando evidencias de los sectores que se encontraron deteriorados. Este cateo con martillo debe realizarse antes que se ejecute la limpieza. Para estas tareas resulta indispensable la ejecución de andamios, de modo de trabajar sobre base firme y segura.
De hallarse grietas y fisuras se verificará si están en estado activo o pasivo para establecer así su causa y revertir la situación. Se determinarán todos los sectores con armaduras expuestas para proceder a su tratamiento.
A todas las molduras que enmarcan las figuras premoldeadas que estén deteriorados les serán integrados materiales de restauración para llevarlos a niveles y formas originales. Se prestará atención a la conformación del acabado, a los encuentros con ornamentos moldeados y de ser necesario, repetir por moldeo o tallado los dibujos que presenten discontinuidad por parcheos groseros.
No se han detectado grietas ni fisuras en los encuentros de paramento de balcón con muro de fachada, lo que indicaría, en principio, que no existe daño en la estructura portante de HºAº.
Las cubiertas de teja colonial deben ser revisadas cuidadosamente a fin de evaluar el nivel de adherencia y solucionar el inconveniente, siendo que la misma inclinación de la cubierta hace que cualquier pieza que se desprenda viaja directamente hacia la vía pública.
No estamos interviniendo en esta etapa sobre carpinterías ni postigos metálicos, lo que puede ser tratado en plazo posterior. Pero sí debe ser efectuada la intervención sobre las barandas metálicas de balcones, que presentan signos de corrosión y deben ser convenientemente corregidos dado el alto grado de peligrosidad para las personas.
Sobre la base de la observación visual podemos deducir que la zona más dañada y que presenta mayores riesgos para la seguridad de las personas es la que corresponde a los primeros veinticinco metros de fachada desde Suipacha hacia Esmeralda, y desde el primero hasta el octavo piso.
Esto significa una primera intervención sobre aproximadamente 400 m2 de superficie de fachada, con diferentes grados de dificultad y daño. La mayoría de los elementos de ornamentación puede suponerse que deben ser removidos y recolocados, ejecutando las copias de los que ya se han perdido. Las zonas planas sin ornamentación no presentan signos de deterioro, lo que debe ser constatado una vez ejecutados los andamios necesarios.
La segunda zona es la que, en el mismo desarrollo en altura, avanza otros veinte metros sobre Arroyo. Podemos suponer que el grado de deterioro es menor y que contamos con cierto tiempo para su ejecución. Posteriormente el tercio final, hasta la terminación de fachada sobre Arroyo. En cuarto lugar se interviene sobre 8º, 9º y 10º, incluyendo terrazas, pisos de balcones, etc. Este trabajo es relativamente fácil ya que en su 85% se ejecuta sobre piso firme y con ausencia de riesgos.
En la intervención se hará hincapié en conservar, en todo lo que sea posible, la originalidad de los materiales, y en la reversibilidad de todos los materiales a utilizar, condición indiscutible para los trabajos de restauración dentro de la preservación moderna.